Es
un local pequeñito, con mucho encanto, acogedor y decorado con muy buen gusto. En este pequeño rincón de Barcelona se elaboran tartas, cupcakes y dulces
caseros irresistibles i para acompañar hacen un café buenísimo.
Había
pasado cientos de veces por delante de esta encantadora pastelería, pero no se
por qué nunca había entrado, repitiéndome siempre en mi mente “ya vendré otro
día”. Ayer me digne a entrar con muchas ganas y pude degustar uno de esos
pequeños pastelitos de naranja tan buenos, estos son una de sus especialidades.
El
café estaba realmente bueno, el vapor que salía de la taza desprendía un aroma
que embriagaría a cualquiera, era un olor a café molido que te inspira
tranquilidad, la espuma era suave rebajaba el sabor del café, ofreciéndome así
una mezcla perfecta.
Todo
allí desprendía amor, se notaba el cariño con el
que se habían hecho las cosas y con el que llevaban el local.
Un tema
importante que vi anunciado en uno de sus carteles era que cada domingo hacían
un brunch tipo buffet libre para recordar sus pequeños orígenes británicos, i
ofrecer una gran variedad de dulces los barceloneses. Otra de las propuestas
interesantes que vi fue el llamado “Día de los idiomas”, tertulias donde hacían
intercambios con personas de otros países. ¿Qué hay mejor que aprender mientras
te tomas un buen café o un maravilloso pastelito al lado?
Es una
propuesta de cafetería que me pareció muy interesante, un lugar muy agradable,
con trato hospitalario e idóneo para disfrutar de un buen capricho dulce.
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